Edward cogió una vasija de vino que habia en la mesa y me dio de beber y yo bebí. Después bebió él y dijo : " Los soldados romanos llegaron a mi aldea. Reclutaban hombres jóvenes , prometian dos comidas diarias, calzado nuevo, ropas de abrigo, ... y yo me uní a ellos , como ayudante de un oficial. Era un hombre bueno, pero estaba cansado de la vida militar . Un día me habló de cosas extrañas que no comprendí, de un tal Cristo, de ayudar a los demás, del perdón y de la resurrección . Liberó a sus siervos, incluido a mi ; nos dio un documento de identidad y 50 monedas a cada uno y nos dijo que comenzáramos una nueva vida. Pero yo no sabía hacer nada. Entonces esa noche soñé con EL, con Cristo. Me dijo que tú me necesitabas , me dijo lo que tenía que hacer. Llegué aquí , Lucano me ayudó. Me disfracé de esclavo, tú me viste y me compraste y ahora estamos juntos y nadie podrá jamás separarnos ni hacernos daño porque EL me lo prometió. "
Estaba completamente asombrada por su historia. Todo lo que Edward decía no tenía sentido ni lógica, pero yo le creía.
" Si EL está de nuestra parte , no hay nada que temer ", le respondí reflejada en sus ojos azules . Nuestras cabezas se inclinaron y nos besamos durante un rato interminable. Me desabroché los lazos de mi túnica , que se abrochaba por delante y le indiqué a Edward que me la quitara. Queria que me acariciara con sus manos grandes y suaves. Me obedeció al instante . Ahora sí que era mío de verdad. Él también se quitó su camisa y se quedó solo con unos viejos pantalones de lana . Pude sentir el calor de su pecho desnudo, lo enlacé con mis brazos y seguimos besándonos con dulzura y deseo , mientras con su mano derecha me acariciaba la cadera, el muslo , arriba y abajo... recorriendo toda la mitad izquierda de mi cuerpo. No me imaginaba que estar con un hombre a quien se ama tanto fuera algo tan maravilloso. Yo ya estaba desnuda entre sus brazos , pero él todavia no. Asi que le solté las cintas de su pantalon y terminó de bajarlo lo suficiente para estar unido a mi. Por fin Edward era para mi ; era mio , no mi esclavo sino algo mas fuerte : era mi esposo.
Los besos y las caricias dieron lugar al deseo mas profundo y comenzamos a consumar nuestro matrimonio... Me imaginaba con Edward en algun lugar lejano, criando a nuestros hijos , viviendo en absoluta paz y felicidad mientras mis manos recorrian su espalda sudorosa, caliente y fuerte.
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